Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. en Filosofía y CCSS

Estos días iremos al cementerio, donde vamos a recordar a los amados que se fueron y que dejaron una huella imborrable en nuestras vidas.

Alistaremos la mesada, prepararemos lo que comía en vida, su alverjita, charqui con tamal, o quizás su caldo verde y la infaltable tanta wawa de las formas como al difunto (a) le gustaba. Los recuerdos son el único consuelo que tenemos los vivos, el señero desahogo que nos queda antes de pasar al hades.

Otros no haremos mesada, bastará ir a la tumba, arreglarla, decorarla con matices que nos hagan alegrar la conciencia y estar en paz de que en vida y en muerte nos acordamos de ellos engalanando su tumba, el rico con lo mejor, el pobre con lo que puede, no importa el costo económico lo que vale es la voluntad.

Algunos llegarán a la tumba de su difunto con la orquesta o el grupo musical donde entonaran las canciones y melodías cuyas letras harán caer lágrimas por la nostalgia de haber compartido días festivos y melancólicos con ellos, le cantaran su canción preferida y dejará el alma herida porque eso es lo que provoca una partida de un ser amado.

Escogeremos las flores para llevar a la tumba, los claveles que significan admiración y homenaje. Los gladiolos que manifiestan la sinceridad que evocamos al frente de sus tumbas. Los lirios blancos para expresar que la muerte deja belleza en el recuerdo, los lirios rojos para el esposo, esposa o amado que partió, ya que enuncia amor de pareja que es el otro dolor que duele profundo cuando nos dejan.

Llevarás rosas para mostrar respeto y reverencia a su memoria, las rosas son el símbolo del amor que nunca muere, del amor a nuestros difuntos que permanece en nosotros para siempre.

Algún día todos llegaremos a morir y nuestros hijos nos recordarán, nuestra familia irá al cementerio para acordarse con ternura de ti y hablar de tus vivencias, porque una persona muere solo cuando dejamos de recordarlo.

Mientras tanto aquí algunos debemos entonar el huayno cerreño que canta el Trio Esperanza que dice “Cuando yo muera no quiero llanto, tampoco flores ni coronas, quiero quedarme en el olvido como he llegado a este mundo”.